Ciudades inteligentes: el poder de nuestros datos

Amigo, prepárate para una charla TEDx que te dejará sin aliento. Descubre cómo proteger nuestra privacidad en un mundo de datos y tecnología con Mara, la experta que marcará un antes y un después en tu forma de pensar. ¡No te lo pierdas!

¡Hola! Hoy quiero compartir contigo algo fascinante que descubrí en un video de una charla Tedx. Se trata de una conferencia impartida por Mara Balestrini, en la que habla sobre la revolución de los datos y cómo estamos viviendo en una era completamente conectada.

La revolución de los datos

Vivimos en un mundo donde estamos constantemente conectados a través de nuestros dispositivos móviles y sensores corporales. Le preguntamos cosas a Google que ni siquiera nos animaríamos a preguntarle a nuestro psicólogo, registramos detalles íntimos en aplicaciones móviles e incluso enviamos nuestra saliva por correo para que empresas como 23andMe secuencien nuestro ADN y lo suban a la nube.

Según un artículo publicado en The New York Times, el ADN del 50% de la población estadounidense ya se encuentra almacenado en la nube. Esto no significa que cada persona haya enviado su muestra genética, sino que al compartir nuestra información genética revelamos también información sobre nuestra familia.

La ciudad inteligente y el flujo constante de datos

Bajo el paradigma de la ciudad inteligente, veremos cómo nuestro entorno se llenará cada vez más con dispositivos y sensores: las calles, los coches, las farolas e incluso nuestros propios cuerpos generarán un flujo incesante de datos.

Un estudio publicado por Force predice que para el año 2025 habrá más de 80 mil millones de sensores conectados en todo el mundo. Es decir, multiplicaremos por cuatro la cantidad de sensores que tenemos actualmente. El poder de los datos es fascinante, ya que con la información adecuada podríamos gestionar mejor servicios como el tráfico, la seguridad, la salud e incluso la educación o la contaminación generada por las ciudades.

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El poder de los datos y su impacto en nuestras vidas

Existen numerosos ejemplos que demuestran el potencial de los datos para mejorar nuestras vidas. En 2013, un grupo de investigadores de Microsoft Research siguió los mensajes que un grupo de mujeres embarazadas compartía en Twitter y desarrolló un algoritmo capaz de predecir cuáles de ellas sufrirían depresión postparto.

Ese mismo año, investigadores en Washington analizaron las búsquedas en Google relacionadas con recetas altas en sal y utilizaron esa información para identificar qué hospitales recibirían más pacientes con problemas cardiovasculares ese fin de semana.

Cuando combinamos estos datos con las capacidades de inteligencia artificial, el poder se multiplica aún más. Proyectos como Inr-Aid permiten a los médicos detectar tempranamente tumores y planificar operaciones utilizando tecnología similar a Google Maps. Además, pueden prescribir tratamientos específicos para cada paciente.

El lado oscuro del uso indiscriminado de nuestros datos

Aunque el poder de los datos es impresionante, también debemos ser conscientes del lado oscuro que puede surgir si no se maneja adecuadamente nuestra información personal. Cada vez que utilizamos internet o dispositivos conectados dejamos una huella digital compuesta por nuestros datos de uso móvil u ordenadores.

Estos datos pueden revelar información personal muy sensible, como con quién nos comunicamos, dónde vivimos o incluso nuestros patrones de desplazamiento. Empresas como Amazon utilizan estos datos para comparar nuestros patrones de búsqueda con los de otros usuarios y decidir qué precio cobrarnos por un producto.

Incluso las aseguradoras podrían utilizar nuestros datos de salud y el uso que hacemos de dispositivos móviles y redes sociales para determinar si tenemos alguna enfermedad y decidir cobrarnos más o negarnos la cobertura. Los bancos también pueden utilizar nuestros datos para evaluar nuestro nivel de riesgo antes de otorgarnos un crédito.

La importancia del control sobre nuestros propios datos

Es evidente que si alguien tiene suficiente información sobre nosotros, puede llegar a controlarnos en gran medida. En el ámbito urbano, esto se vuelve aún más preocupante, ya que las administraciones públicas no deberían poner a los ciudadanos a merced de gobiernos y empresas cuyas intenciones desconocemos.

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Hay numerosos estudios que demuestran cómo la vigilancia afecta nuestra libertad y autonomía. Richard Sennett afirmaba en una ciudad inteligente “Romeo y Julieta nunca podrían haberse enamorado”. La canciller alemana Angela Merkel dijo en el Foro Económico Mundial: “Los datos son la materia prima del siglo XXI”. Por lo tanto, es crucial definir quién es dueño de esos datos.

Nuestra capacidad para tomar decisiones informadas

Cuando los ciudadanos tenemos el control de nuestros datos, estamos capacitados para tomar decisiones informadas a nivel individual y colectivo. En mi propia experiencia, he visto cómo empoderar a los ciudadanos para producir y gobernar sus propios datos puede generar un cambio significativo.

Un ejemplo concreto es lo que sucedió en Barcelona, donde trabajamos con una comunidad en el barrio de Gràcia que llevaba 20 años lidiando con altos niveles de contaminación acústica. Utilizamos sensores para medir el ruido y pudimos demostrar mediante datos que su salud estaba en riesgo. Gracias a esta evidencia, logramos que el ayuntamiento tomara medidas para resolver el problema.

Otro caso interesante ocurrió en Pristina, la capital de Kosovo. Allí utilizamos sensores de calidad del aire junto con los ciudadanos para comprobar si los datos publicados por las autoridades eran verídicos. Descubrimos que la situación era peor de lo informado y gracias a la participación ciudadana logramos impulsar legislación para remediarlo.

La importancia del poder ciudadano sobre los datos

Es alentador ver cómo la Unión Europea ha implementado regulaciones como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), reconocimiento que somos dueños de nuestros propios datos y tenemos derecho a gobernarlos e incluso transferirlos entre plataformas digitales.

Barcelona también ha lanzado un plan llamado “Soberanía Digital”, cuyo objetivo es empoderar a los ciudadanos en esa misma dirección. Imagina todo lo que podríamos lograr si pudiéramos producir y controlar nuestros propios datos, al igual que lo hicimos con Wikipedia, la enciclopedia más grande del mundo.

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El desafío de construir ciudades inteligentes centradas en los ciudadanos

La ciudad inteligente actual es aquella que permite a los ciudadanos tomar el control de sus datos y utilizarlos según criterios que generen beneficios personales y colectivos. Las administraciones públicas también deben crear programas de capacitación para que los ciudadanos saquen el máximo provecho de estas tecnologías.

Como individuos, debemos reconocer que tenemos poder sobre nuestros propios datos. Cada vez más legislaciones nos respaldan en esta idea. Además, nuestros datos agregados tienen un valor mucho mayor. Por eso vemos surgir cooperativas de datos donde los ciudadanos se agrupan para preservar su privacidad y establecer condiciones para el uso responsable de esos datos.

Volver a poner a Córdoba en el mapa

Hace 100 años, Córdoba fue una pionera en la democratización del conocimiento con la Reforma Universitaria. Hoy, nos invitan a volver a ponerla en el mapa como líder de un nuevo movimiento de ciudades inteligentes que utilizan el poder de los datos y las capacidades ciudadanas para generar un bien común.

Sé que esto no será fácil, ya que implica enfrentarnos a grandes poderes económicos y políticos, así como cambiar nuestra forma tradicional de hacer las cosas. Pero como dijo Nelson Mandela: “Parece imposible hasta que se hace”. Tenemos la capacidad y la responsabilidad de construir un futuro donde los ciudadanos tengan el control de sus propios datos y se beneficien de ellos.

La revolución de los datos está transformando nuestra sociedad. Estamos constantemente conectados y generando una cantidad inmensa de información. Si utilizamos estos datos correctamente, podemos mejorar la gestión de servicios esenciales como el tráfico, la seguridad y la salud. Sin embargo, también debemos ser conscientes del poder que tienen nuestros datos y cómo pueden ser utilizados en nuestra contra si no tenemos control sobre ellos.

Es fundamental que los ciudadanos tomen el control de sus propios datos y sean capaces de tomar decisiones informadas a nivel individual y colectivo. Las administraciones públicas deben garantizar que existan regulaciones adecuadas para proteger nuestra privacidad y empoderar a los ciudadanos en este sentido.

Construir ciudades inteligentes centradas en los ciudadanos es un desafío, pero también una oportunidad para generar un cambio positivo en nuestras sociedades. Debemos aprovechar esta revolución tecnológica para construir un futuro donde todos podamos beneficiarnos del poder de nuestros propios datos.

Fuentes:
– Mara Balestrini: “La revolución de los datos”
– The New York Times: “El ADN del 50% de la población estadounidense ya está en la nube”
– Force: “Estudio sobre sensores conectados”

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