Cómo salvarnos de nosotros mismos en TEDxColoniaDelBosque

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¡Hola! Hoy quiero compartir contigo una historia que me dejó reflexionando sobre mi propia vida y el camino que estaba tomando. Todo comenzó cuando decidí embarcarme en mi proceso de convertirme en coach de mindfulness y asistí a un retiro de meditación de cinco días. Fue allí donde conocí a Jesús, un mexicano de 45 años que había montado una increíble empresa en Australia.

Jesús era alguien que irradiaba felicidad y siempre tenía una sonrisa en el rostro. Parecía tener la vida perfecta: estaba casado, tenía dos hijos hermosos, salía a correr por las mañanas y disfrutaba del atardecer con su familia todas las tardes. Su vida parecía tan fácil y sin esfuerzo, lo cual despertó mi curiosidad.

La transformación de Jesús

Intrigada por la felicidad genuina que Jesús transmitía, le pregunté cómo lo había logrado. Él me respondió: “No siempre ha sido así”. Resulta que Jesús había experimentado un cambio radical en su vida gracias a haberse dado el tiempo para hacer una pausa.

Nuestra mente se encuentra constantemente viajando entre el pasado y el futuro, sin vivir plenamente el presente. Esto nos hace sentir como si la vida se nos escapara de las manos. Por ejemplo, mientras nos estamos bañando por la mañana, nuestra mente está pensando en qué desayunar; durante el desayuno estamos preocupados por nuestras tareas laborales; al llegar al trabajo solo queremos irnos a casa; y cuando finalmente llegamos a casa no podemos relajarnos porque ya estamos pensando en el día siguiente. Vivir así nos impide disfrutar plenamente de cada momento.

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Regresando a la historia de Jesús, hace ocho años él era una persona completamente diferente a la que conocí. Trabajaba más de nueve horas al día en la empresa de seguros que había heredado de su padre. Aunque le iba bien económicamente, se encontraba atrapado en una burbuja sin propósito y con un hambre insaciable por dinero y poder.

Jesús había olvidado por completo sus sueños y pasiones, enfocándose únicamente en cumplir las expectativas de su padre y de la sociedad. Sin embargo, llegó un punto en el que su vida se volvió tan infeliz que sufrió ataques de pánico y depresión hasta tocar fondo.

El accidente que cambió todo

Una noche, mientras estaba sentado en su oficina trabajando como siempre, Jesús sufrió un ataque tan fuerte de pánico que intentó calmarse tomando ansiolíticos. Desafortunadamente, esta vez los medicamentos le jugaron una mala pasada debido al estrés constante al que estaba sometido.

Perdiendo el conocimiento, golpeó su cabeza contra el escritorio. En ese momento desesperado intentó llamar a su padre, pero no obtuvo respuesta; luego llamó a su mejor amigo al cual había dejado plantado varias veces por estar ocupado trabajando y tampoco respondió; finalmente llamó a su novia quien también lo ignoró debido a las veces que él la había descuidado. Jesús se encontraba solo y había perdido mucha sangre, pero lo más importante era que había perdido las ganas de vivir.

Afortunadamente, el personal de limpieza de su oficina pasó por allí y pudo rescatarlo. Al llegar al hospital, el médico le dijo algo que cambiaría su vida para siempre: “Jesús, parece que estás en una franca zona de autodestrucción. Si me pides un consejo, solo te diré una cosa: sálvate de ti mismo”.

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El aprendizaje

Esta historia nos deja un valioso aprendizaje: debemos cambiar el “debo ser” por el “yo soy”. Si tienes ganas de cantar, canta; si tienes ganas de llorar, llora; no importa quién esté a tu alrededor. Si tu sueño es irte a vivir al Congo, ve y hazlo sin preocuparte por lo que los demás piensen. No permitas que la máquina del tiempo te robe la oportunidad de disfrutar plenamente del presente.

La vida es hoy y no debemos desperdiciarla haciendo algo que no nos apasiona. Así que te digo a ti aquí y ahora: ¡sálvate a ti mismo!

Hoy he compartido contigo la historia inspiradora de Jesús, quien experimentó una transformación radical en su vida al darse cuenta de la importancia de vivir plenamente el presente. Aprendimos que debemos dejar atrás las expectativas sociales y enfocarnos en nuestros propios sueños y pasiones.

No permitas que la rutina y el estrés te alejen de lo que realmente te hace feliz. Tómate un momento para hacer una pausa, reconectarte contigo mismo y descubrir qué es lo que realmente deseas en tu vida.

Recuerda siempre: tú eres el único responsable de tu propia felicidad o infelicidad. ¡Así que salva-te a ti mismo y vive plenamente!

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