Desafíos y perspectivas de la verdadera democracia
¿Sabes qué dicen los gobiernos cuando hablan? Mario Riorda te lo explica en esta charla TED. Descubre la importancia de repensar la comunicación política y su impacto en la democracia. Te invito a leer mi próximo artículo para conocer más sobre las ideas de Mario Riorda y su visión inspiradora.
¡Hola! Hoy quiero compartir contigo las ideas más impactantes que he descubierto en un video de una charla Tedx que acabo de ver. El autor, Mario Riorda, es un experto en comunicación política y nos invita a reflexionar sobre si realmente vivimos en democracia y cómo la comunicación del estado puede influir en ello.
¿Vivimos realmente en democracia?
Riorda comienza cuestionando si vivimos verdaderamente en democracia, a pesar de que la mayoría de las personas respondería afirmativamente. Sin embargo, plantea una pregunta interesante: ¿en una democracia, la mayoría de las prácticas son verdaderamente democráticas? Aquí es donde las cosas se ponen un poco más complicadas.
Como consultor y académico especializado en comunicación política, Riorda ha viajado por toda América Latina y ha tenido la oportunidad de hablar con muchas personas. A través de estas conversaciones, se dio cuenta de que su concepción sobre el orgullo nacional estaba basada únicamente en eventos deportivos como el fútbol. Pero al entrevistar a una líder comunitaria brasileña en una favela pacificada, su visión cambió por completo.
La líder barrial le confesó con lágrimas en los ojos que ellos no sentían orgullo de ser brasileños pobres. Esta revelación impactó profundamente a Riorda y lo llevó a cuestionarse si hay ignorancia y desconocimiento generalizado sobre nuestra propia realidad.
Haciendo frente a las inercias
A partir de esta experiencia, Riorda decidió luchar contra ciertas inercias en la comunicación política, especialmente aquella que viene del estado hacia abajo. Revela datos alarmantes, como el hecho de que en un estudio realizado en toda América Latina, los gobiernos solo respondieron al 10% de las interacciones de los ciudadanos. En nueve de cada diez casos, los gobiernos simplemente se quedaron callados.
Es aquí donde Riorda plantea la importancia de comprender el rol del estado y cómo este puede ser tanto potente como avasallante en su voz. Se refiere a prácticas monárquicas o cuasi monárquicas que persisten incluso en plena democracia.
Revisar los protocolos
Riorda propone cuatro acciones para generar cambios significativos en la comunicación política. La primera es revisar los protocolos utilizados por los gobernantes. Los protocolos actuales reproducen una jerarquía colonial que separa a la autoridad de la gente común. Riorda destaca ejemplos positivos, como el caso de Perú, donde está prohibido tener fotos de funcionarios públicos en dependencias estatales.
Controlar el abuso de la personalización
Otra acción importante es frenar el abuso de personalización por parte de los gobernantes. Muchas veces vemos publicidades oficiales donde aparece más el político hablando y inaugurando cosas que lo que realmente importa: las obras o servicios públicos inaugurados.
Fomentar una ciudadanía activa
Riorda también enfatiza la necesidad de frenar todo aquello que genere una ciudadanía pasiva. Destaca ejemplos en los que los gobernantes son llamados “ídolos” o se utilizan slogans que buscan la fidelidad de los ciudadanos, generando una relación asimétrica de poder.
Evitar un estado estigmatizante
Por último, Riorda advierte sobre el peligro de un estado estereotipante y discriminador. Cuando un estado no escucha y es capaz de herir a minorías por diferencias de género, profesión, región o barrio, se crea una ciudadanía excluida y estigmatizada.
En conclusión, Mario Riorda nos invita a reflexionar sobre si realmente vivimos en democracia y cómo la comunicación política puede influir en ello. Propone acciones concretas para generar cambios significativos en la comunicación del estado: revisar protocolos, controlar el abuso de personalización, fomentar una ciudadanía activa y evitar un estado estigmatizante.
Nos recuerda que la comunicación política no es solo una herramienta para resolver carencias sociales, sino también un poder simbólico que puede acercar gobernantes y gobernados. Depende de todos nosotros despertarnos primero y estar convencidos del cambio que queremos ver en nuestra sociedad.