Empatando para el éxito: cómo todos ganamos
Amigo, acabé de ver una charla TED inspiradora sobre Germán y su dedicación a apoyar personas con Síndrome de Down. ¡Te aseguro que su historia te sorprenderá!
Recuerdo aquel verano cuando era niño y mi papá me inscribió en la colonia de verano. Fue allí donde tuve mi primer contacto con el síndrome de Down. Juan Pablo, un adolescente con rasgos diferentes al resto, se convirtió en una presencia constante en mis días. Aunque al principio me sentí perdido y con miedo, pronto descubrí que Juan Pablo era una caja de sorpresas.
La convivencia con él me enseñó a naturalizar la discapacidad y generó en mí una afinidad especial por el síndrome de Down. Sin embargo, pasaron muchos años antes de que decidiera tomar acción para cambiar la realidad a la que se enfrentan las personas con discapacidad.
Un despertar crítico
A los 33 años, me encontraba bastante descontento y crítico con muchas cosas que sucedían en la sociedad. Me di cuenta de que constantemente repetía la frase “¿cómo puede ser?” ante situaciones injustas e indignantes.
Fue entonces cuando un amigo me contó todas las dificultades que debía superar diariamente para asegurarle a su hijo con síndrome de Down un lugar en colegios, servicios médicos y actividades deportivas. La tristeza y la impotencia se apoderaron de mí al escuchar cómo debían rogar para ser aceptados.
Ese día quedé pensando en esa injusticia y en cómo podría contribuir a cambiar esa realidad. Surgió así la idea de ofrecer actividades inclusivas como forma de empoderamiento para las personas con discapacidad.
Nace Fundación Empate
Me apasioné con la idea y decidí llevarla a cabo. Así fue como el 16 de febrero de 2017, nació Fundación Empate. Nuestro objetivo era acompañar y potenciar el desarrollo de las personas a través del deporte, la cultura y el trabajo.
Fue en ese momento cuando me enamoré aún más del síndrome de Down. Empezamos a recibir alumnos en nuestras actividades, como Ezequiel, un joven tímido y reservado que apenas hablaba.
Ezequiel llegó a nuestra actividad de fútbol sin soltar su viejo mazo de cartas. Su papá nos contó que no salía mucho de casa y jugaba solo con sus cartas. Sin embargo, confió en nosotros y decidió dejarlo con nuestro equipo para que comenzara la clase.
El poder del empate
Desde ese día, empezamos una hermosa etapa trabajando arduamente para ayudar a Ezequiel a desarrollarse. Poco a poco, fue confiando en su entorno, en sus compañeros y en sí mismo.
Recuerdo claramente aquel día cuando Ezequiel realizó un circuito de coordinación por sí solo sin necesidad de ayuda alguna. Saltaba dentro de los aros, zigzagueaba entre los conos e incluso logró pegarle correctamente al balón al finalizar el ejercicio.
Ese día presencié cómo Ezequiel se superaba a sí mismo y vi cómo su papá no pudo contener las lágrimas al verlo triunfar. Fue entonces cuando comprendí la importancia de confiar mutuamente y de tomar como propio el proceso de cada persona con discapacidad.
La filosofía de Empate
Muchas veces me resulta difícil explicar qué es Fundación Empate. Creo que solo se puede entender cuando se vive de cerca y se forma parte del equipo. Los voluntarios nos cuentan cómo cambia su perspectiva de vida al dedicar su tiempo al desarrollo de otras personas.
En Empate, entendemos la importancia de empatizar y mirar a las personas con discapacidad como iguales. No sobreprotegemos, sino que brindamos herramientas para potenciar su desarrollo y empoderamiento.
Nuestra metodología consiste en exigirles como si no tuvieran discapacidad, permitiéndoles alcanzar sus propias metas. Es así como logramos derribar barreras sociales y ayudamos a construir una sociedad más inclusiva.
Ser aliados en la inclusión
Todos podemos ser aliados en la filosofía de Empate en nuestro día a día. Significa ser respetuosos, pacientes y empáticos cuando nos cruzamos con una persona con discapacidad en la calle o en cualquier otro contexto.
Debemos dejar atrás los estereotipos e ideas preconcebidas sobre la discapacidad. Aceptando las diversidades, todos tenemos oportunidades para ser protagonistas de nuestra propia historia.
No debemos tener miedo a decir la palabra “discapacidad” ni camuflarla bajo términos como “personitas especiales”. Debemos naturalizarla y comprender que aceptando las diferencias, podemos construir una sociedad más justa y equitativa.
La experiencia de Fundación Empate me ha enseñado que la discapacidad no debe ser un motivo de miedo o desconcierto, sino una oportunidad para aprender, crecer y empatizar. A través del deporte, la cultura y el trabajo, podemos potenciar el desarrollo integral de las personas con discapacidad.
Empatando con ellos, estamos ganando en igualdad de oportunidades y derechos. No se trata de sobreproteger ni limitar a las personas con discapacidad, sino de brindarles herramientas para que puedan alcanzar sus propias metas.
Juntos podemos construir una sociedad inclusiva donde todos tengamos la posibilidad de desarrollarnos plenamente. Es hora de dejar atrás los estereotipos y actuar con empatía hacia las personas con discapacidad. ¡Empatemos!