Mujeres que cuidan: Desafíos y logros para superar la trampa de la economía del cuidado
Descubre cómo la economía del cuidado afecta especialmente a las mujeres y cómo Gala Díaz Langou propone superar esta trampa en su inspiradora charla TED. ¡No te lo pierdas!
Hoy quiero compartir contigo algo que acabo de descubrir en un video de una charla Tedx. Se trata de una exposición realizada por Gala Díaz Langou, donde nos habla sobre la economía del cuidado y cómo esta es fundamental para el funcionamiento de nuestra sociedad.
La economía invisible
Gala comienza su charla describiendo una escena cotidiana en muchos hogares: heladeras vacías, baños mugrientos, ropa tirada por todos lados y platos sucios sin lavar. Pero más allá del desorden físico, lo que realmente llama la atención es la invisibilidad del trabajo que se realiza para mantener todo esto en orden.
Nos dice que cada día las mujeres realizamos tareas como asegurarnos de que los hijos se bañen y hagan la tarea, acompañar a las personas mayores a sus citas médicas, preparar la comida y cuidar a los enfermos. Estas tareas parecen pequeñas individualmente, pero son fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad.
Esta labor se conoce como “economía del cuidado” y aunque tiene un valor muy concreto, no recibimos ningún pago por ello. Gala nos hace reflexionar sobre cómo estas tareas son invisibles porque estamos acostumbrados a pensar que corresponde a cada familia resolver el cuidado como pueda.
El peso recae en las mujeres
Gala continúa explicando que las mujeres somos quienes asumimos principalmente esta responsabilidad. Nos dice: “Los hijos son propiedad de las familias”, frase que refleja cómo muchas veces se considera este tema como algo privado e íntimo.
Pero Gala nos muestra una realidad impactante: tres de cada cuatro jóvenes que no trabajan ni estudian son chicas que tienen a cargo el cuidado de sus hermanos, abuelos o hijos. En definitiva, existen mujeres cuidadoras y no niños en esta situación.
Las mujeres más pobres son las que llevan la carga más grande, dedicando ocho horas y media al día al cuidado. Esto se debe a que en los contextos donde viven es mucho más difícil gestionar estas tareas. Por ejemplo, si hay problemas con las cloacas, los niños se enferman más seguido y deben ser llevados al hospital.
La trampa del cuidado
Gala nos cuenta la historia de Anna, una mujer que trabajaba como empleada doméstica en la capital pero vivía lejos de su casa. Había veces que no podía volver por semanas enteras sin ver a sus hijos. Además, estaba en la informalidad laboral, algo muy común aún hoy en día.
Nos dice que si estas mujeres decidieran salir a trabajar remuneradamente, los empleos que conseguirían pagarían tan mal que ni siquiera les alcanzaría para reemplazar lo que ellas mismas hacen dentro de sus casas. Es decir, pierden dinero saliendo a trabajar y se exponen a situaciones riesgosas.
Esta situación crea una trampa sistémica donde las familias con menos ingresos quedan atrapadas en la pobreza generacionalmente. Y esto afecta tanto a las mujeres como a sus hijos y nietos.
Rompamos la trampa invisible
Gala describe esta situación como una estafa piramidal, donde todos nos vemos perjudicados de alguna forma. Las familias con más ingresos también se ven afectadas porque terminan siendo cómplices de algo que nadie quiere ser parte.
Pero Gala nos dice que esta trampa no tiene por qué ser así, podemos romperla. Propone varias acciones para lograrlo:
- Reconocer el valor del trabajo de cuidado que realizamos las mujeres.
- Lograr que las mujeres que trabajan en el cuidado lo hagan en buenas condiciones y con un salario digno.
- Reconocer el trabajo de las mujeres que cuidan a tiempo completo en sus propias casas.
- Incluir los años dedicados a la crianza y al cuidado en los cálculos de las jubilaciones.
- Promover la distribución equitativa de las tareas de cuidado dentro del hogar.
Gala destaca la importancia de involucrar a los hombres en estas tareas y nos hace reflexionar sobre cómo asumimos como natural que sean las mujeres quienes se encarguen del cuidado. Nos invita a preguntarnos si estamos dispuestos a distribuir estas tareas de forma más justa dentro de nuestras propias casas.
Hacia una sociedad más igualitaria
Gala menciona algunos avances en este tema, como una muestra realizada en una estación de tren para contribuir al cambio cultural necesario. Sin embargo, reconoce que aún queda mucho por hacer ya que tanto la sociedad como el mercado laboral no terminan de permitir a los hombres asumir un mayor rol en el cuidado.
Nos habla de la importancia de las políticas públicas de cuidado y cómo estas pueden reducir la pobreza y la desigualdad. Nos dice que así como nos ponemos de acuerdo en garantizar educación, salud y jubilaciones, también debemos poner el cuidado como una prioridad.
Una mayor inversión en infraestructura y en un sistema de cuidados podría nivelar la cancha y asegurar buenas oportunidades para todos los niños desde sus primeros momentos de vida. Además, mejoraría las condiciones de las familias en situación de pobreza al permitirles contar con ingresos propios.
Gala nos invita a romper la trampa invisible del cuidado. Nos anima a reconocer el valor del trabajo que realizamos las mujeres, a distribuir equitativamente las tareas dentro del hogar y a promover políticas públicas que faciliten el acceso a servicios de calidad para el cuidado.
Nos muestra cómo esta trampa afecta tanto a las mujeres como a sus hijos y nietos, perpetuando la desigualdad generacionalmente. Pero también nos da esperanza al mostrarnos que podemos cambiar esta realidad si trabajamos juntos.
Así que te invito a reflexionar sobre este tema tan importante e invisible en nuestra sociedad. Hagamos nuestro propio cambio cultural y construyamos una sociedad más igualitaria donde todas las personas tengan buenas oportunidades desde sus primeros momentos de vida.