Transformación educativa a través del debate: Clave para líderes del futuro

¿Te imaginas despertar el potencial de los estudiantes a través del debate? Descubre cómo el pensamiento crítico puede abrir puertas en esta increíble charla TED de Pilo Martín.

Recuerdo como si estuviese en mi pupitre sentado la primera vez que debatía. Mi profesora de lengua, Margarita, una mañana decidió que los ocho mejores de la clase debatiríamos un tema. Para mí, aquello era algo aterrador. Pero cuando escuché el tema, todavía me preocupé mucho más. La pregunta era si la guerra tenía algún efecto positivo en la sociedad.

Las posturas se sortearon y a mí me daba pánico que me tocara a favor. Hoy en día sabemos que esa pregunta fue una mala pregunta. Margarita también está en nuestra red pero por aquel entonces incluso con aquella pregunta aprendí muchas cosas.

Sabéis qué postura me tocó? A favor. Me pasé una semana buscando argumentos metido en papeles, libros e internet para entender cómo de algún modo podría defender aquello.

Incluso en una postura tan polarizada, encontré argumentos y valores que me permitían aumentar el prisma con el que veía el conflicto. La guerra seguía siendo mala para mí aunque hubiese defendido que tiene efectos positivos, pero la entendía mucho mejor.

¿Qué es un debate?

Un debate básicamente es una situación en la que dos equipos de cuatro personas (cinco depende del momento) se enfrentan sobre un tema conocido previamente y sorteado por las posturas opuestas. Existe un número indeterminado de jueces que decide quién gana según un reglamento dado.

Más tarde, en la universidad llegué por casualidad a otro torneo de debate sin saber cómo ni por qué, pero nos invitaron y cuatro amigos nos lanzamos a acudir a otra provincia para defender nuestro equipo y nuestras ideas.

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El tema esta vez era si había que apostar en España por la energía nuclear (año 2010). Lo que pasó allí fue curioso. La primera cosa que sucedió es que perdimos de forma estrepitosa. No ganamos ni un debate porque estábamos muy fuera de juego. Íbamos sin trajes y todo el mundo iba con corbata hasta aquí, mientras nosotros no entendíamos las normas ni el formato del debate. Debatíamos sin saber ni siquiera cómo hacerlo correctamente, así que no podíamos ganar por más veraces o sólidos que fuesen nuestros argumentos.

Pero lo más curioso es que solamente hubo dos equipos contentos al final del torneo: nosotros, los perdedores, y el campeón, quien había ganado todos los debates. Aquello nos sorprendió mucho.

La importancia del mentor

Cuando volvimos a casa buscando un capitán para poder ganar y vengarnos, hicimos otra cosa antes de empezar a entrenar: apuntar en un papel todas aquellas cosas que nos habían gustado de aquel encuentro y todas las cosas que no nos habían gustado.

Las dividimos en post-its y nos dimos cuenta de que había dos patrones claros:

  1. Aquellas personas profesionales del debate, gente acostumbrada a conocer las normas e ir directamente a ganar.
  2. Todas las cosas absurdas e innecesarias que nosotros hacíamos para ganar, pero que nos encantaban.

Queríamos utilizar el debate como una herramienta, no como un fin en sí mismo. Queríamos conseguir otros factores, otra información y otras habilidades que no se obtienen únicamente a través del propio debate.

Hoy estoy más convencido que nunca de que el debate como herramienta supera con creces al debate como finalidad.

¿Por qué todo el mundo debate de esta forma?

La razón es sencilla: llegar a un torneo de debate era imposible si no tenías escuela. Lo nuestro fue un milagro. ¿Cómo podía ser posible que cuatro perfectos desconocidos llegásemos a un torneo sin conocer ni siquiera las reglas? Jamás pasaba porque se invitaba a capitanes, mentores y escuelas de debate. Gente profesional dedicada a eso no iba a dejar que alguien llegase desde fuera y viese algo diferente.

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Eramos tan malos en el debate tradicional que veíamos el debate desde otra perspectiva, algo jamás visto antes. Además, todos los participantes éramos representantes universitarios en aquel entonces (2010) y nos habían encargado transformar la universidad hacia los nuevos planes de estudios Bolonia-Eurocrédito.

Eran momentos de cambios tremendamente frustrantes porque intentábamos cambiar tantas cosas y solo nos dejaron cambiar tan pocas. Los cambios que hicimos funcionaron tan mal… fue un desastre total. Entonces lo vimos claro: todo lo aprendido en aquel torneo no era más que lo que queríamos llevar a la educación.

El impacto del debate en la educación

Queríamos implantar las ganas de aprender por sí mismos, aplicando un pensamiento crítico brutal. Queríamos salirnos de cualquier paradigma o esquema establecido, fomentando la inquietud y adquiriendo contenidos y habilidades de forma autónoma.

Hicimos varias acciones para lograrlo:

  • Mandar trabajo previo a los docentes para que los estudiantes tengan más puntos al participar en el torneo.
  • Puntuar doble aquellos argumentos en los que se basen en comentarios o consensos con puntos del rival.
  • Mezclar equipos cuando empezaban a perder para que aprendieran unos de otros y combinar sus argumentos desde diferentes perspectivas.

Estas acciones nos dieron resultados satisfactorios. En lugar de participar solo los cuatro mejores, participaron los ocho mejores. Los docentes reaccionaron y vieron cómo alumnos con resultados mediocres o malos se volvían brillantes al enfrentarse a retos competitivos con otros compañeros. El alumno “malo” dejaba de ser malo y se convertía en un buen alumno gracias al espíritu competitivo enfocado hacia el lado positivo.

Otra cosa que no nos gustaba era la competitividad extrema y frívola del debate tradicional. Nos encantaba construir desde puntos comunes, estableciendo consensos con el rival antes de discutir. Esto permitía una conversación más rica e interesante, donde ambos equipos podían aprender y crecer.

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El debate como herramienta de cambio

A partir de estas experiencias, creamos Jóvenes Promesas, una organización que utiliza el debate como herramienta para cambiar la educación. Actualmente participan con nosotros unos 130 centros en España y México, pero antes de que acabe el curso abriremos en otros 5 países y esperamos llegar a los 200 centros.

La metodología que utilizamos es anti-frágil, pensada para que los docentes puedan implantarla rápidamente sin estropearla. Los temas que tratamos son retos globales de futuro, aquellos que no se trabajan lo suficiente en el sistema educativo tradicional. Queremos entrenar a los estudiantes en pensamiento crítico y liderazgo para enfrentar estos desafíos.

Hablar en clase es bueno. Cuando los estudiantes se explican entre ellos mismos, surge un aprendizaje mutuo donde se revierte la verticalidad del profesor. Esto permite un intercambio rico de ideas y conocimientos.

Conclusiones

Somos nosotros quienes ponemos límites a la educación de nuestros hijos. Necesitamos poner sobre la mesa retos reales que nos afecten como sociedad global y entrenarnos en pensamiento crítico y liderazgo desde jóvenes. Debemos dejar de limitar a nuestros hijos confiando más en ellos y escuchándolos activamente.

Si creemos realmente que la educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo, debemos dejar de limitarla y permitirle tener un impacto directo en nuestras vidas cotidianas.

Es hora de dejar de limitar a nuestros hijos y a la educación. Juntos, podemos lograr un cambio real y transformador.

El debate es una herramienta poderosa para cambiar la educación. A través del pensamiento crítico, el liderazgo y la inquietud por aprender, podemos formar jóvenes preparados para enfrentar los retos globales que nos esperan. No debemos limitar a nuestros hijos ni poner límites a su capacidad. Es hora de confiar en ellos y permitirles ser agentes de cambio en nuestra sociedad.

Juntos, podemos construir un futuro mejor.

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